El gobierno de la Confederación Argentina no
permaneció ocioso frente a la formidable coalición que se le venía encima.
Previendo el avance de la escuadra anglofrancesa, ordenó instalar en
Vuelta de Obligado, cerca de San Pedro en el Norte de la provincia de Buenos
Aires, cuatro baterías de 18 cañones servidas por 160 artilleros y una fuerza
de dos mil efectivos de infantería, integrada soldados del Regimiento de
Patricios y un cuerpo de milicias rurales. Estaba al mando el Gral Lucio
Norberto Mansilla, secundado por Álvaro Alzogaray al frente de las baterías,
Eduardo Brown (hijo del Almirante Guillermo Brown), el marino Juan
Bautista Thorne, y Facundo Quiroga (hijo del Tigre de los llanos). Completaba
la defensa una cadena tendida de costa a costa del Paraná sostenida por
lanchones y custodiados por el bergantín artillado “Republicano”, cuya finalidad
era demorar el paso de la escuadra para hacerla vulnerable al fuego de las
baterías de la costa.
El día 18 de Noviembre al atardecer una poderosa escuadra de once buques de
guerra seguida por numerosos buques mercantes, fondea en el Paraná a la vista
de las baterías de la Vuelta de Obligado. Pero recién el día 20 se inicia la
acción, a las 8 de la mañana. Después de una arenga de Lucio Mansilla a su
tropa y de entonar el Himno Nacional con el acompañamiento de la Banda del
regimiento de Patricios, las baterías de la Confederación inician el ataque
provocando muchos daños, muertos y heridos en la fuerza enemiga, pero sufriendo
a la vez el intenso cañoneo de los buques que empiezan a causar las primeras
bajas entre los defensores.
El combate
es intenso y se prolonga por muchas horas. A las cinco de la tarde se silencian
las baterías, son cortadas las cadenas, y poco después se produce el desembarco
de la infantería enemiga. La lucha se desarrolla en la costa y es cuerpo a
cuerpo. Los buques barren a los defensores con fuego de metralla. Mansilla cae
herido por un casco de metralla y es retirado por sus hombres, pero lo
reemplaza el Coronel Crespo que resiste hasta las ocho de la noche y debe
replegarse. Obligado ha caído, pero la victoria les resulta muy cara a los
interventores. Las graves averías de cuatro de los buques atacantes los obligan
a permanecer 40 días en el lugar para repararlos. También son numerosos los
muertos y heridos entre ambos bandos y el parte de guerra aliado elogia a los
defensores por la obstinación con que lucharon.
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