La Vuelta de Obligado, con ser la más importante, no fue la única batalla de
esta contienda. La escuadra volvió a remontar el Paraná en Enero de 1846,
disminuida en su flota mercante, parte de la cual volvió a Montevideo atemorizada
por los riesgos de la travesía. El día 9 los buques avistaron las barrancas de “El
Tonelero”, donde las baterías de Mansilla volvieron a hacer fuego, pero
logran franquear el paso. Pero a la altura de las barrancas de San Lorenzo,
en el mismo lugar donde se batieron los Granaderos de San Martín en 1813, las
baterías de Mansilla dirigidas por el artillero Álvaro de Alzogaray, ocultas
entre la maleza, comenzaron a disparar contra los buques de guerra y los
mercantes. Durante cuatro horas el cañoneo fue intenso causando graves estragos
a la fuerza atacante, que siguió navegando muy maltrecha y con la pérdida de
dos embarcaciones.
La escuadra enemiga logró llegar a Corrientes y Asunción, pero la travesía de
regreso se hizo muy riesgosa pues las defensas de Mansilla en varios puntos de
la costa estaban intactas. El día 4 de Junio el convoy anglofrancés, ya de
regreso de Asunción, enfrentó la angostura de “El Quebracho” a una legua
al Norte de San Lorenzo. Nuevamente eran once buques, de los cuales siete eran
vapores y cuatro veleros, todos fuertemente artillados. Mansilla había
preparado tres baterías con 17 cañones, defendidos por un contingente de
Patricios y un cuerpo de soldados santafesinos. La altura de las barrancas
hacía casi inexpugnable la posición de los defensores, quienes quedaban
protegidos del fuego de los buques, pese a que estos disparaban Cohetes a la
Congrève, lo más moderno en armamentos de la época.
Los estragos producidos por los cañones argentinos en la escuadra convirtieron
a este cruce en un desastre. El vapor “Harpy” fue inutilizado y el “Gorgón”
seriamente averiado. Dos buques mercantes se fueron a pique, y otros cuatro
debieron ser incendiados para que no fueran capturados por los defensores. Las
bajas de los atacantes fueron 60 hombres más gran parte de la tripulación de
los buques mercantes destruidos, mientras que las fuerzas de Mansilla tuvieron
sólo un muerto y cuatro heridos gracias a la protección de las barrancas. Este
combate fue considerado por los defensores como “La revancha de Obligado”.
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